Giovanni Sartori, politólogo de
reconocido prestigio que en 2005 fue galardonado con el Premio Príncipe de
Asturias de Ciencias Sociales, editó hace unos años un pequeño manual titulado
“La democracia en treinta lecciones”. Este es mi resumen particular.
1º) El principio democrático
consiste en que nadie puede investirse por sí solo como gobernante o como
heredero del poder. La democracia es “no-autocracia”.
2º) La democracia se inspira en
el principio de mayoría limitada o moderada con respeto de las minorías. Por
tanto, requiere que el poder se ejerza con “suma positiva”, es decir, de modo
que todos salgan beneficiados. De lo contrario, la democracia vivirá un día y
morirá al siguiente. De ahí que el derecho ganado por las mayorías se integra
en un sistema constitucional que lo disciplina y controla.
3º) El pueblo es al mismo tiempo,
en un primer momento, gobernante, y en un segundo momento, gobernado. Las
elecciones no deciden las cuestiones, sino quién decidirá las cuestiones. Pero
si en la transmisión del poder a los representantes éstos se sustraen al
control, el gobierno “del” pueblo corre el riesgo de convertirse en gobierno
“sobre” el pueblo.
4º) Un pueblo soberano que nada tiene que decir de sí mismo
y sin opiniones propias vale menos que el dos de copas.
5º) El verdadero peligro que
amenaza a la democracia cuando oficialmente ya no tiene enemigos no está en la
competencia de ideales; está en reclamar una “verdadera democracia” que
repudia la que hay.
6º) Es consustancial a la
democracia el valor del pluralismo, lo que exige tolerancia e implica negación
del dogmatismo y del fanatismo, y una nítida separación entre religión y
Estado.
7º) Democracia es coexistencia en libertad con la libertad ajena y
resistencia ante la falta de libertad. Por eso hace falta la ley. La libertad
siempre corre la misma suerte que las leyes: reina y perece con ellas.
8) Mientras la democracia es un
“orden organizado” referido al origen y ejercicio del poder político, el
mercado es un “orden espontáneo” del ámbito económico cuya finalidad es
determinar costes y precios. De ahí su crueldad: obliga a los individuos al
máximo esfuerzo, pero los menos idóneos quedan marginados. De donde se deduce
que el mercado, que tanto ensalza el individualismo, en realidad es ciego ante
los individuos.
9º) El Ideologismo es el opio de
la mente: nos obliga a no pensar y, a la vez, agrede y silencia el pensamiento
ajeno. El Ideologismo es la ignorancia tirana que sustituye al pensamiento
razonado. Dicha tiranía engendra “lo políticamente correcto”. La fama y el
éxito van casi siempre a parar a manos de los que husmean el viento de “lo políticamente
correcto”.
10º) El poder corrompe un poco a
todo el mundo. Pero más, a las cúpulas de izquierda. Y esto se debe, no a que
las élites de la derecha sean ajenas a la corrupción, sino a que las de
izquierda predican una moralidad que no practican cuando detentan el poder. En
cambio la derecha, en contra de las apariencias, no apela a ninguna moralidad o
virtud: se ocupa únicamente de sus asuntos; pero, precisamente por carecer de
moral, los defiende mal.
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